Lxs portadores culturales y su compromiso
Lxs portadores de cultura habitamos en todas partes: en la ciudad y en el campo, en el barrio y en las calles, en el espacio público y en la esquina donde se conversa. La cultura no solamente existe en museos, instituciones o está en los diferentes objetos; también se encarna en el legado, la memoria de los pueblos, en nuestras prácticas cotidianas y en la creatividad humana. Es ahí donde se expresa el pensamiento, se reflejan y vivencian los diversos contextos sociales, que narran las múltiples formas de existencia y narran la resistencia, por medio de arte y la música.
Desde tiempos ancestrales, las comunidades han encontrado el cine, el arte y la música como un medio para reconocer y transmitir sus saberes y conocimientos. Comenzando con la disposición de imágenes, cantos, sonidos, figuras y símbolos, estas expresiones han logrado conformar lenguajes sensibles que dan a conocer lo vivido, configuran territorialidades y sostienen lo colectivo. Con el paso del tiempo, las formas de comunicarse se han ido adaptando y transformando a nuevos escenarios, que confluyen con el desarrollo tecnológico y urbano que transita en los hilos de memoria transmitida de generación en generación. Nuestros sentidos nos permiten comunicarnos de forma innata, conectando nuestras interacciones con el entorno y con otros seres humanos. Esta conexión involucra dimensiones estéticas, sociales, culturales, políticas y educativas, que dan forma a nuestras experiencias y modos de habitar el mundo.
Por esto lxs portadorxs culturales no son excepciones, sino una multitud dispersa, activa, y sensible, que comunica desde lo visual y lo sonoro, desde lo cotidiano y lo colectivo.
Cabe destacar que, en la ciudad, ha logrado la amplificación de estas expresiones que se entrelazan, convirtiéndose en lenguajes vivos, en dispositivos de memoria, denuncia y creación. La proclamación y la realización de la vida urbana como reino del uso, (del cambio y del encuentro desprendidos del valor de cambio) reclaman el dominio de lo económico (del valor de cambio, del mercado y la mercancía) y se inscriben por consiguiente en las perspectivas de la revolución (Lefebvre.167)
En otras palabras, la relación con el territorio y la realización de la vida urbana, propone imagina una ciudad centrada en el uso de los espacios, desde el disfrute, creación, expresión, convivencia y encuentro, que involucre el reconocimiento de las problemáticas sociales que contienen vivencias cotidianas, reflejadas en un contexto de violencia, pobreza, despojo, supresión, negligencia y silencio poblacional.
Narrar lo negado: El cine documental colombiano
Cabe resaltar que en Colombia este reconocimiento de problemáticas ha surgido a partir de las formas de comunicación, que las diferentes comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, pues sus tradiciones desde el tambor, el tejido, el canto, la imagen y la palabra se convirtieron en una forma de supervivencia cultural, que cuentan la memoria viva de nuestras tradiciones, cosmovisiones, vínculos con el territorio e historias de resistencia. Estas formas de contar la historia de las comunidades, también se ha ido reinventando, pues nuevos colectivos o grupos de tradiciones juveniles, intervienen los muros de la ciudad por medio de imágenes, como murales o grafitis, al igual que el cine proyectado en espacios públicos; músicos callejeros que circulas las calles y documentales que expresan un formato audio visual por medio de cámaras, micrófonos, parlantes y plataformas digitales.
Este es el caso de Martha Rodríguez, una de las cineastas más emblemáticas de Colombia, quien pertenece a CLACPI (Consejo Latinoamericano de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas) y ha sido parte activa del surgimiento del movimiento de cine indígena. A lo largo de más de cinco décadas, por medio de la filmografía logro reflejar, demandar y documentar las realidades sociales más profundas y silenciadas del país. Esta intención o propósito de esta gran cineasta surge a partir del trabajo colectivo realizado junto Jorge Silva, desde 1966 cuando fundan un laboratorio de fotografía para comenzar su investigación en Tunjuelito sobre las condiciones de explotación de los obreros, niños y niñas de los Chircales al sur de Bogotá. Esta obra se reconoce como una obra maestra en el año de 1972, debido a que gana La paloma de Oro; un premio internacional de un importante festival de cine documental y animación con sede en Leipzig Alemania.
Así hacia mediados de los años 80 inscriben oficialmente la Fundación de Cine Documental Investigación social, la cual, por medio del registro de las cámaras testimoniaban la realidad colombiana, visibilizando la inequidad, la insurgencia y la violencia de los sectores más populares del (país pueblos indígenas, afrocolombianos, campesinos, movimientos estudiantiles y mujeres) contemplando un enfoque en la defensa de los derechos humanos. Con 57 años de realización e investigación, la fundación conserva un acervo audiovisual de la historia negada de Colombia. Continúa representando el movimiento del cine político o Nuevo Cine Latinoamericano, gestado desde el Cono Sur hasta el Caribe.
Documentales de Martha Rodríguez
El total de sus obras, reconoce alrededor de (18) dieciocho documentales:
Planas (1971), Campesinos (1973-1975), La voz de los Sobrevivientes (1980); Nuestra Voz de Tierra, Memoria y Futuro (1974-1981), Nacer de Nuevo (1986-1987), Amor Mujeres y Flores (1984-1989); Memoria Viva (1992-1993); Los Hijos del Trueno (1994-1998); La Hoja Sagrada (2001); Nunca Más (1999-2001); Una casa sola se vence (2003-2004); Soraya, Amor No es Olvido (200-2006); Testigos de un Etnocidio (2004-2006); No Hay Dolor Ajeno (2012); La Toma del Milenio (2015); La Sinfónica de los Andes (2018) y Camilo Torres (2022).
En el siguiente enlace podrá encontrar la sinapsis, galería y tráiler de cada documental realizado por esta gran mujer. https://martarodriguez.com.co/index.php/films/.
También puede interesarte Marta Rodríguez: una cámara encendida para la verdad
El archivo audiovisual para la memoria y la defensa de los derechos humanos que realiza Martha, revela las diferentes estructuras de poder económico y político que marginan a las comunidades indígenas, campesinas, mujeres, y trabajadores urbanos.
Su forma de hacer investigación, corresponde al compromiso comunitario y social, que refleja en sus documentales, al acercarse a las problemáticas de manera sensible, con el objetivo de escucharlas y acompañarlas.
La cineasta trabaja desde una visión pedagógico, que vincula el aprendizaje junto a el pueblo y registra la voz, imagen y silencios de estas invisibilizadas y violentadas comunidades.
En el siguiente enlace puedes encontrar el centro de documentación audio-visual realizado por Martha Rodríguez. https://martarodriguez.com.co/index.php/videos/archivos-audiovisuales/
Lenguajes al servicio del pueblo
En un país donde muchas historias han sido narradas desde el poder, Marta Rodríguez propone otra mirada: una que reconoce a las imágenes como una herramienta de lucha y comunicación. Su forma de hacer cine dialoga de manera profunda con los lenguajes populares, contemporáneos, espacios rurales-urbanos, donde los colectivos, artistas, comunidades, trabajadores, niños, niñas, mujeres y jóvenes, graban, editan, amplifican y circulan las diversas versiones de la realidad.
Al igual que los Sound System, lo audiovisual toma una figura que no solo registra las realidades, si no que logra transformarlas, visibilizarlas y narrarlas desde las propias voces que lo vivencian.
El trabajo de esta gran mujer, no solo aparece como un testimonio de la realidad, si no que transmite una guía ética y política, para los portadores de la cultura. Su cine es profundamente comprometido con las comunidades, pues nos muestra y recuerda que narrar no es solo un acto neutral, si no corresponde a una posición política, que compromete ayudar, visibilizar y escuchar a las voces históricamente invisibilizadas.
El servicio hacia lo comunitario, nuestros pueblos y memorias, transforma la vida social y dialoga con la defensa y la resistencia, las herramientas de denuncia que portamos a las manos como: los Sound System, las cámaras, las imágenes, el sonido, los cuerpos y las palabras, son una manera de conectar, construir y luchas por nuevas expresiones territoriales y culturales, sosteniendo la memoria, la vida y la esperanza.
Bibliografía
Maya Patiño, J. V. (2024). El cine documental de Marta Rodríguez como herramienta pedagógica para la formación de infancias protagónicas en la IED Eduardo Umaña Mendoza y propiciador de la subjetivación política [Trabajo de grado, Universidad Pedagógica Nacional]
Lefebvre, H. (2013). El derecho a la ciudad. Madrid: Capitán Swing. (Obra original publicada en 1968)
Rodríguez, M., & Silva, J. (1972). Chircales [Documental]. Fundación Cine Documental.
Rodríguez, M. (s.f.). Filmografía completa. Sitio oficial de Marta Rodríguez. Recuperado de https://martarodriguez.com.co/